Visitando París 2

17/11/2018
Había amanecido un nuevo día en París, me sentía llena de energía y con ganas de seguir visitando la ciudad. Según me levanté, miré por la ventana y no podía sentirme más feliz, hacía un día precioso, soleado y sin ninguna nube, en comparación con el día anterior. Me puse mi mejor outfit: un mono vestido negro con un jersey gris, mis botines favoritos de Stradivarius y una gorra estilo marinero; y me fui hacía la primera parada del día. 


Cogí nuevamente el metro y me dirigí hacia la parada École Militaire, según iba andando, podía ir viéndola más y más, a medida que me acercaba, era más impresionante la vista, hasta que llegue y ahí estaba, La Torre Eiffel. No recuerdo ni la reacción que tuve, solo se que estaba en shock porque era la primera vez que la veía y sobretodo, tan de cerca. Como era obvio, cogí los tickets y subí hacia la parte más alta de la Torre, me quedé impresionada, las vistas que había y lo increíble que era poder estar en lo más alto de la torre Eiffel. Me sentía tan enamorada que no sabía ni que decir. Cuando baje me di una vuelta por la parte de abajo, para poder apreciarla desde otra perspectiva, me sentía como si fuera una hormiga al lado de la gran dama de hierro. De ahí, me dirigí hacia el mirador de Trocadero para poder tomar unas fotos y disfrutar de las preciosas vistas del río Sena y la Torre Eiffel. Se hizo la hora de comer y por tanto, la mejor idea para comer fue en el mirador disfrutando de todo lo que me rodeaba. 


Cuando me quise dar cuenta eran las tres de la tarde, había pasado toda la mañana en la Torre Eiffel y aunque me encantaba la idea, también quería visitar más sitios, por lo que fui al museo del Louvre para poder verlo desde fuera. Después, me fui al Arco del Triunfo para hacer el recorrido hasta la Plaza de la Concordia, pasando por los Campos Eliseos, los cuales, me dejaron enamorada. Aproveche y entre en la tienda de Disney que se encontraba en la avenida, ya que cumplía 90 años y no pude resistir la tentación de entrar y sentirme como una niña otra vez.


La siguiente parada fue la Sainte Chapelle, tenia muchísimas ganas de poder verla por dentro, ya que lo que más destacaba eran sus vidrieras, pero, cuando llegué, tuve la mala suerte de que estaba cerrada, ya que cierra a las cinco de la tarde. Con la decepción de no poder visitar la capilla, me fui al barrio latino a cenar uno de los típicos platos parisinos, los crepes.


De nuevo, el día estaba llegando a su fin, por lo que después de cenar, fui a una de las visitas obligadas si vas a París, la torre Eiffel, pero esta vez, de noche. Me dirigí hacia el mirador de Trocadero ya que era el mejor lugar para poder apreciar esa preciosidad. Llegué y vi la torre iluminada con un dolor dorado que me dejo totalmente emocionada. Además, había un chico cantando una canción de Coldplay lo cual, hizo que me emocionara todavía más. Cuando llega una nueva hora, durante cinco minutos, la torre Eiffel empieza emitir unas luces que parpadean y a la vez que se superponen al color dorado de la torre y hace que sea uno de los espectáculos más bonitos que puedas ver. Fue sin duda, la mejor forma de cerrar el viaje, me fui enamorada de todos y cada uno de los lugares que visité, pero lo que no me puedo quitar de la cabeza a día de hoy, fue la imagen de la torre Eiffel iluminada. Un viaje que sin duda necesito repetir.





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