Visitando París

16/11/2018
Vivir en Los Países Bajos me daba la ventaja de estar cerca de varios países Europeos, como Bélgica, Alemania, Francia entre otros. Uno de mis mayores sueños era visitar París y de hecho, esta visita, entraba dentro de mis propósitos del año. El año estaba llegando casi a su fin, y de la nada, sin esperarlo, salió el plan de ir a Paris un fin de semana. Sabía que en dos días casi no tendría tiempo para visitar mucho, pero al menos, podría ir a los lugares principales y de una vez por todas, tachar ese sueño de la lista. 


Desde que el viaje se planeó tuve que esperar dos meses hasta que llegara la fecha. Cuando llegó el día, hice mis maletas y cogí aquel bus que en siete horas me conduciría a uno de los lugares de mis sueños. Cuando llegué, fui al hotel a dejar mis cosas, cambiarme de ropa y poner rumbo a la primera parada: La catedral de Notre Dame. Eran unos 20 minutos mas o menos en metro, y el viaje fue bastante curioso, ya que el metro fue otro de los lugares que me sorprendió bastante. Me recordaba bastante al de Madrid, y aunque al principio podía parecer confuso, al final te acostumbrabas a usarlo y era mucho más sencillo. Llegué a la parada de metro Hôtel de Ville y caminé durante cuatro minutos hasta llegar a la catedral. Según te acercabas podías apreciar más y más la catedral y cuando llegue al lugar donde se encontraba, me quedé con la boca abierta, era mucho más bonita en persona que lo que había visto en fotos. Me hubiera gustado poder entrar, pero como solo tenía dos días para ver parís, prescindí de entrar y me fui al siguiente lugar.


De nuevo cogí el metro hasta la parada del Palacio Real, para poder visitar sus jardines, los cuales me parecieron encantadores, de ahí fui andando hasta el edificio de la Opera, pasando también por una calle donde podías ver tiendas impresionantes como Channel, Dior, entre otras muchas. Seguí caminando y me encontré con la iglesia de la Madeleine, la cual, no entraba en la lista de lugares que visitar, pero me llamó tanto la atención desde fuera que no pude evitar entrar. He de reconocer, que las iglesias en Francia son mucho más impresionantes y con mucho más arte que ver que las de Los Países Bajos, algo totalmente comprensible. Una vez salí de la iglesia, me fui al lugar donde pude ser de las personas más felices del planeta durante unos minutos, las Galeries Lafayette, unas galerías llenas de tiendas como Gucci, Channel, Versace, y más firmas de ropa de alta costura, me sentía como en el paraíso de la moda y no pude evitar emocionarme.


El día estaba casi llegando a su fin y se empezaba a notar como la oscuridad se apoderaba de las calles, pero, no sin antes visitar otro de los lugares de la lista, La Basílica del Sagrado Corazón. Se encontraba en el barrio de Montmartre, y para llegar a la basílica, había que subir un montón de escaleras. La energía iba desapareciendo pues, después de todo el día sin parar y haber dormido pocas horas en el bus, el cuerpo no daba más de si, pero aun así, por  ver la basílica, saque valor y subí hasta arriba del todo y sobretodo para poder ver todo París desde el mirador, -el cual tampoco se veía mucho porque estaba muy nublado. Para acabar, aproveché que ya era de noche para ir y ver el impresionante Moulin Rouge iluminado. Sin duda, la mejor forma de acabar el día.


Tras todo el día sin parar de andar, llegó la hora de volver al hotel para cenar, darse una ducha caliente y a dormir, y así, estar preparada para el segundo día.




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