Visitando Galicia

12/08/2019
Mi primera parada del verano en Ibiza fue increíble, pero tenía ganas de descansar unos días en casa antes de poner rumbo a Galicia para ver a mi madre. Aproveché para terminar algunos asuntos de la mudanza y hacer la maleta, estaba deseando ir al norte y desconectar unos días de la montaña rusa de sentimientos que tenía en ese momento. No sabía cuanto tiempo estaría allí, no tenía prisa por volver, y tampoco sabía lo que me esperaría allí. 

Me dirigí hacía Chamartín a coger el tren donde pasaría siete horas hasta llegar a mi destino: Pontevedra. El camino me fascinó bastante, las vistas nada más pasar Castilla y Leon eran alucinantes. Cuando llegué, le di un gran abrazo a mi madre, llevaba sin verla cinco meses y estaba deseando estar con ella. Dejé las cosas en casa y fuimos a un restaurante donde comimos un montón de comida típica de allí. 

Después de comer, fuimos a dar un paseo por Pontevedra, una ciudad que sin duda me encantó, era muy bonita, bien cuidada y con muchas tiendas, así que aproveché para hacer algunas compras. Estaba muy cansada del madrugón que me había pegado y del viaje en el tren, por lo que decidí echarme una siesta antes de ir a cenar. Cenamos bastante bien, pulpo a la gallega, pan gallego, cerveza... no nos faltó de nada. Para cerrar ese emotivo primer día, fuimos a la zona de la feria, ya que estaban en fiestas, y nos acercamos al escenario donde realizaban los conciertos. Esa noche había fiesta de la Máxima FM, cogimos unas bebidas y nos pusimos a bailar como locos. 

Los días transcurrieron con mucha tranquilidad, a pesar de mi infección de oido, estaba bastante relajada y desconectada de todo. Esa semana, teníamos una visita planeada a las Islas Cíes, un lugar paradisiaco que tenía ganas de conocer. Fuimos a coger el barco que nos llevaba a la isla, estaba muy emocionada y tenía muchas ganas de llegar. Cuando desembarcamos, me quedé completamente alucinada, hacía un día impresionante, la arena blanca y fina brillaba y el agua era de color turquesa. Fuimos a dar una pequeña vuelta por la isla y a comer en el restaurante que se encontraba en el embarcadero, y después, a tumbarnos en la arena de la playa. 

Volví a casa muy contenta, como si hubiera estado en el caribe, y me fui a dormir deseando ver que más me esperaba aquellos días. 


Comentarios

Entradas populares